domingo, 11 de noviembre de 2012

Sentimiento Rociero

Desde niño me enseñaron las vivencias del Rocio y en el vientre de mi madre yo hice mi primer camino, ya sentía las pisadas de aquellos peregrinos, hiciese calor o hiciese frío.
A mi abuelo queme traía, yo le estoy agradecido, si no es por el no sintiera este escalofrío que me entra estando a tu vera Rocío.
En esta España en la que actualmente vivimos, cada vez más me acuerdo de aquel ambiente de humildad, de  cooperación que se vive en el camino, que tanto haría falta en este momento. 

Un sentimiento muy difícil de explicar, pero esa persona que viene al Rocio siempre acaba volviendo.



Yo solo soy uno más entre tantos que la quieren, sin poderlo remediar. Por quererla con el alma, la gente me criticaba, al igual que a los Almonteños el lunes por la mañana.

Hermandad de Emigrantes

Me gustaría mencionar, a esa gran familia que hace de cada momento en el Rocio un momento único. La Hermandad de Emigrante, personas reunidas por un mismo fin, que da igual quien seas, te conozcan de un día o de toda la vida, ellos te van a ayudar, apoyar y hacer que disfrutes como el primer día. 
Su medalla cuelga en la pared de mi casa. Y no paro de rondar siempre el mismo pensamiento, que me va a quitar el sentido, que largo se me hace el año y que corto el Rocio.

Y como buen rociero a mi me gusta llevarme a uno que no ha venido, para que a la vuelta me cuente lo que vivió en el Rocio.

Aldea almonteña

El Rocio, lugar de fiesta y jolgorio para unos, y lugar de fe y devoción para otros. En mi opinión, se podría decir que es una mezcla entre esas dos opiniones tan abstractas.

En el Rocio se junta esa devoción de la gente por la Virgen y esa felicidad que siente cada uno de los rocieros cuando pisa las arenas de la aldea almonteña. Un ambiente de celebración, que destapa la felicidad de la gente, que se podría explicar al son de una sevillana bien bailada, un "buchito" de aguardiente y un poco de agua fresca.